30 octubre 2011

HACER SIN SABER

Hacer sin saber


Me aconseja mi profesor de teatro -ayer tuve mi segunda clase- que piense en cosas sencillas para la interpretación. Yo creo que esto puede aplicarse a la literatura también. Es por ello que me propuse escribir sobre el disfrute y el sufrimiento; pero veo que me falta imaginación, mejor dicho, invención.Siempre parto de cosas que conozco, pero me cuesta mucho desarrollarlas. Esto es lo que escribí:
“El disfrute es pasear por el campo, respirando los olores de la tierra y la hierba mojada. Andar y andar. Llevar a la perrita Lulú por delante, olisqueando todas las hojas y moviendo el rabo con alegría. La brisa fresca de la tarde dándome en la cara, y la vista puesta en las hermosas montañas. Es encontrar un bancal de naranjos, y comerme una naranja; cogerla, pelarla y saborearla.
El sufrimiento es llevar unos zapatos, que te quedan pequeños, durante horas. Ese dolor que va aumentando a lo largo del día. Los dedos de los pies se ponen calientes y doloridos. Te llegan punzadas de insoportable dolor”.
Aunque sea malo, lo he escrito yo, y tengo que valorarlo en positivo.
Mi querida amiga. Te voy a decir lo que yo pienso, de manera sincera, como es mi costumbre. La directiva que te da tu profesor de teatro es muy simplona, con perdón. Tú no puedes realizar una interpretación teatral -de manera artística, se entiende- hasta que no hayas adquirido los conocimientos necesarios para ello. Nunca se me ha ocurrido a mí pedir a un alumno que componga un sencillo ritmo para ejecutar con palmas, por poner un ejemplo, si a ese alumno no le he suministrado primero los conocimientos necesarios para acometer la referida tarea.
Te has puesto a escribir sobre el disfrute y el sufrimiento. Al referirte al disfrute lo hiciste en forma de definición, al usar la expresión verbal “es”. Lo mismo, al referirte al sufrimiento. Un punto de partida erróneo. Además, te has situado en lo más externo, sobre todo en el ejemplo elegido para “definir” el sufrimiento. Sufrimiento es, por ejemplo, aquel que padece una madre que vive en la impotencia de ver como su hijo se va apagando lentamente por el consumo de las drogas.
Lo que hay que hacer es ir a la literatura de los grandes maestros, y observar y estudiar las referencias al disfrute y al sufrimiento que hay en sus obras. Primero hay que estar en el saber hacer para luego pasar al   hacer. En el hacer está la gran mayoría, en cambio, en el saber hacer está una casi invisible minoría.
Lo último. No valores positivamente algo, que tu misma afirmas que es malo, por el mero hecho de ser creación tuya; porque eso no es más que una manifestación de un falso amor propio.